Creo que cuando Brenda presentó esa ofrenda encendida delante de Dios, el Dios de los cielos y la tierra la recibió como un sacrificio para Él. Él desvaneció toda su ira como las cenizas se alejan con una brisa fresca. Literalmente, el Señor hizo más ligera su carga. El domingo por la tarde cuando la conferencia estaba por terminar, las amigas de Brenda me abordaron llenas de emoción. “¿Ya vio a Brenda hoy?” “No, no la he visto desde el viernes por la noche”. Comenzaron a hablar al mismo tiempo,
Page 26